Se enciende la luz. En el escenario, Hirst (José María Pou), traje elegante, caro, le ofrece una copa a Spooner (Lluís Homar), sandalias con calcetines, americana vieja. Hirst va borracho, camina haciendo eses. Se miran, hablan y Hirst acaba cayendo en la butaca. Es el principio de ‘Tierra de nadie‘, de Harold Pinter, una de las grandes obras del siglo XX y el viejo sueño de Pou, que hace 30 años que se quedó «aturdido» cuando la vio por primera vez en Nueva York.
‘Tierra de nadie‘ fue escrita en 1974, momento en que Pinter vivió una crisis existencial que le hizo repensar su camino como literato, y reflexiona sobre la necesidad de la poesía en el mundo actual.
A petición expresa del propio Harold Pinter, fallecido en 2008, el funeral de este hombre imprescindible del teatro contemporáneo empezó con la lectura de un fragmento de su obra maestra, Tierra de nadie:
«Podría incluso mostrarle mi álbum de fotografías. Podría incluso suceder que viera en él algún rostro que le recordara el suyo, lo que antes había sido. Podría ocurrir que viera rostros de otros, en la sombra, o mejillas de otros, dándose la vuelta, o mandíbulas, o nucas. U ojos, oscuros bajo sombreros, que podrían recordarle a otras personas que había conocido, que creía habían fallecido hace mucho tiempo. Pero de las cuales aún recibirá una mirada de reojo, si sabe enfrentarse al fantasma bueno. Acepte el amor del fantasma bueno. Ellos poseen toda aquella emoción… atrapada. Quítese el sombrero ante ellos. No le quepa la menor duda de que eso no los liberará, pero quién sabe… qué alivio… les dé quizás… quién sabe cómo pueden reanimarse… en sus cadenas, en sus jarrones de cristal. ¿Le parece cruel… apremiarlos cuando están sujetos, encarcelados? No… no. Profundamente, profundamente, desean responder a su tacto, a su mirada, y cuando usted sonríe, su alegría… es ilimitada. Y por eso le digo: tratemos a los muertos con la misma ternura con la que querríamos ser tratados, ahora mismo, en lo que describiríamos como nuestra vida.»
SINOPSIS
Dos antiguos amigos, que han olvidado todos los lazos que los unían antes de la Segunda Guerra Mundial, se reencuentran en una noche cargada de alcohol, la cual volverá a despertar las heridas de un pasado que necesita ser ordenado para no verse condenado eternamente a una esterilidad insalvable. En este personal descenso a los infiernos contemporáneos, Pinter nos ofrece una de las reflexiones más lúcidas que ha dado últimamente el teatro sobre la función necesaria de la poesía en un mundo devastado que ya no puede permitirse creer en relatos simplificadores.
Harold Pinter se adentra en el particular descenso a los infiernos contemporáneos que es Tierra de nadie acompañado de la mano silenciosa de su admirado T. S. Eliot.
Tierra de nadie, territorio de la responsabilidad
La tierra de nadie es un terreno marcado por la ambigüedad. Una frontera
ambivalente entre dos frentes en guerra, donde caen las bombas de ambos
lados y donde es preciso detener el combate de mutuo acuerdo para identificar
y recoger los cadáveres de cada bando. Asimismo, la tierra de nadie es un
espacio de indefinición en el que las identidades se ponen en peligro al tiempo
que se construyen. Se trata, al fin y al cabo, del territorio de la responsabilidad.
Harold Pinter sitúa su obra maestra (él mismo pidió que se leyera un fragmento
durante su funeral) en el contexto de un encuentro nocturno en el Londres de
los años setenta, en el pub del Jack Straw’s Castle, al lado del parque de
Hampstead Heath. Un mundo de imposturas culturales dentro del imaginario
colectivo británico, significativamente furtivo y masculino, que sirve de punto de
partida para uno de los viajes ideológicos más fascinantes que ha dado el
teatro contemporáneo hacia la capacidad de vivir con fortaleza, una fortaleza
que solo puede alcanzarse desde la autenticidad respecto a uno mismo.
A partir de este primer nivel de imposturas, Pinter erige una extraordinaria
reflexión sobre la función del lenguaje en nuestra sociedad, entendiendo que la
principal función poética del lenguaje es ayudarnos a vivir el presente para
encontrar en él la autenticidad que nos permita cimentar de algún modo
nuestra existencia individual y colectiva.
Xavier Albertí
FICHA
Autor: Harold Pinter
Dirección: Xavier Albertí
Traducción: Joan Sellent
Escenografía: Lluc Castells
Vestuario: María Araujo
Iluminación: David Bofarull
Ayudante de dirección: Albert Arribas
Intérpretes: Lluís Homar, José María Pou, Ramon Pujol, David Selvas.
Producción
Teatre Nacional de Catalunya
Fechas y horarios: Del 15 de enero al 2 de febrero 2014
De martes a sábado, 20 h. Domingos, 19 h. NAVES DEL ESPAÑOL – MATADERO
http://recortesdeprensa001.blogspot.com/
EN TIERRA DE NADIE
HAROLD PINTER
ES UNA FÁBULA SOBRE LA CREACIÓN
EN UNA NOCHE OSCURA, Y MUCHO MÁS ALLÁ DE LA MITAD DEL CAMINO DE CUALQUIER VIDA, CASI EN EL ÚLTIMO RECODO, SOLITARIO, DESESPERADO Y OSCURO, UN LITERATO PASA UNA VELADA DE PERROS TRANQUILOS, BEBIENDO DE TODO, Y CONVOCA A LO QUE HA SIDO SU VERDADERA COMPAÑÍA EN TODO TIEMPO. EL YO, EL OTRO, LO QUE LE HACE CREAR.
NO SON AMIGOS, PERO SE TRATAN CORRECTAMENTE. EL MANDADO, EJECUTA, EL OTRO… CASI SE PUEDE DECIR QUE EL OTRO SE LIMITA A VERLE VIVIR, CON ESO YA TIENE HECHA LA OBRA. EL INVITADO, INCLUSO, EN UN MOMENTO LE OFRECE SU AMISTAD; Y NO ÉL SOLO: TODOS QUIEREN CUIDARLE. LA REALIDAD QUE DEPENDE DE ÉL CLAMA PORQUE LOS ASISTA. PERO ÉL BEBE Y DEJA HACER. EN UNA OCASIÓN SE ENGANÓ A SÍ MISMO, O LO SOÑÓ, Y TOMÓ A SU PROPIA ESPOSA, DURANTE TODO UN VERANO QUE PASARON SEPARADOS, CON LA MISMA PASIÓN QUE ZEUS A EUROPA, CONVERTIDO EN TORO. FUE MUY CHÉVERE. AÚN LO RECUERDA PARA RECUPERAR ALGO HUMANO Y AUNQUE NO VENGA A CUENTO. ÉL HABLA, LO CUENTA, ESCUCHA Y CALLA: ADONIS NO ES CELOSO.
UNA NOCHE MÁS PASÓ EN UN FÚESE, Y LA LUZ TRAE CONTÍNUA ACTIVIDAD, TRAS LAS CORTINAS.
UN HOMBFRE DE NEGRO, MUY SERIO, TIENE ANUNCIADA SU VISITA A PRIMERA HORA DE LA MAÑANA; HAY QUE DESCANSAR PARA ESTAR FRESCO. VA A TRATAR TEMAS IMPORTANTES: ES EL ASESOR FINANCIERO, PERO EL HASTÍO QUE LE PRODUCE LA IRRUPCIÓN DE ESTA PARTE DE LA REALIDAD, IMPORTANTE, PERO ABSOLUTAMENTE AL MARGEN DE SU MUNDO DE CREACIÓN, HACE QUE NO SE PRESENTE SEGÚN LO ANUNCIADO, PERO DEJA, A LA PARTE DEL YO SOMETIDA Y CORPÓREAMENTE VISIBLE, A VECES, ALGO POSITIVO. UN DESAYUNO COMPLETO ¡ Y CON CHAMPAGNE ! MIENTRAS LAS COSAS SIGAN PERMITIENDO AFRECER ESO A LAS NECESIDADES DE MI YO LABORIOSO, NO HAY QUE PREOCUPARSE DEL MUNDO QUE HAY DETRÁS DE LOS VISILLOS.
TODO SE FUE A NEGRO, ANTES, Y HA PASADO LA NOCHE. EL GRAN HOMBRE SE LEVANTA ENÉRGICO Y DISPUESTO, EL SOL ILUMINA LA REALIDAD, QUE PUEDE, QUIZÁ, TENER ARISTAS VIVAS, PERO ESTÁN TRAS LOS VISILLOS. A VECES ÁLGUIEN SE ACERCA Y ENTREMIRA. TODO ESTÁ LEJOS, Y AQUÍ SE DESPLOMA LA TARDE, IGUAL QUE LA OTRA TARDE.
ES EN TIERRA DE NADIE QUE PASA EL TIEMPO, INTENTADO ESCUCHAR LA RADIACIÓN DE FONDO DEL SEGUNDO PRIMERO.
adición: NO PUEDO DEJAR DE CONSIGNAR AQUÍ QUE CUANDO EL YO-SUB SE OFRECE EN SU TOTALIDAD FÍSICA Y METAFÍSICA AL YO IMPASIBLE Y BEBEDOR, Y SE ARRODILLA, SE ME HIZO COMO QUE VEÍA AL CABALLERO SEÑOR RAJOY JUNTO A OBAMA, O ANTE BRUSELAS O FRENTE A MERKEL; ANTE QUIEN EN ESE MOMENTO FUERA… QUIEN FUERA. ( TAMBIEN HUBIERA PODIDO SER HOLLANDE EL ARRODILADO ).
DE LO CUAL ME ACUSO.
LOS ACTORES, BIEN.
JOSÉ MARÍA POU, COMO CREADOR MORIBUNDO, ESTUPENDO.
LLUIS HOMAR COMO SUB-YO LABORIOSO TIENE VARIOS MINUTOS DE CONVERSACIÓN-MONÓLOGO MEMORABLES, POR SU FORMA DE DECIR.
LAS BEBIDAS, SUPONGO QUE BIEN, PERO NO ME INVITARON.
LOS ASIENTOS MUY INCÓMODOS.
NO SE LA PIERDAN.
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