presenta
de SAVERIO LA RUINA (basado en historias reales)
miércoles febrero.
Tras el éxito de Kohlhaas, Riccardo Rigamonti estrena su nuevo unipersonal, ITALIANESES, basado en sorprendentes y poco conocidas historias reales. Riccardo Rigamonti estrena una pieza clave del Teatro de Narración Italiano, Italianeses, quecuenta en primera persona una historia real de resiliencia y de cómo los sueños nos pueden salvar de las peores pesadillas.
La compañía NadaDeLirios, compuesta por Riccardo Rigamonti y María Gómez, estrena su nuevo montaje, Italianeses. La compañía NadaDeLirios sigue apostando por el teatro italiano y en concreto por una corriente que sigue generando mucho interés, el “teatro di narrazione”. Pero si en Kohlhaas (candidata a los Premios MAX 2021 en la categoría Mejor Espectáculo Revelación) el narrador era un personaje externo y narraba la historia en tercera persona, en Italianeses, Riccardo Rigamonti encarna a un personaje que narra su propia vida en primera persona.
Italianeses cuenta la historia de Tonino Cantisani, que nace en un campo de prisioneros en 1951 de padre calabrés y madre albanesa, y vive con su madre en el campo durante cuarenta años creyendo en un padre y en una Italia de cuento. Llega a Italia, como tantas otras personas, en 1991, tras la caída del régimen albanés, y la realidad no coincide con lo que se había imaginado. Con un tono ligero, poético, con una mirada cándida, Tonino nos cuenta su pasión por las telas, su amor a una joven en el campo, su reclusión y la de su madre, su reencuentro con el padre…
Italianeses cuenta una historia casi desconocida, una tragedia olvidada, a la que los libros de historia casi no hacen alusión. Al final de la Segunda Guerra Mundial, miles de soldados y civiles italianos permanecen atrapados en Albania con la llegada del régimen dictatorial, y se ven obligados a vivir en un clima de terror, sujetos a violentas persecuciones. Acusados de realizar una actividad subversiva, la mayoría de ellos son condenados y enviados a Italia. Pero muchas mujeres y niños son detenidos e internados en campos de prisioneros, y viven en casas rodeadas por una alambrada, controladas por la policía secreta del régimen, y son sometidos a interrogatorios, trabajos forzados y torturas. Tras más de cuarenta años olvidados en esos campos de prisioneros, en 1991, son reconocidos como refugiados por el estado italiano, y 365 de ellos llegan al “Bel Paese”, convencidos de que serán recibidos como héroes; pero, paradójicamente, no sucede así, son considerados extranjeros: italianos en Albania y albaneses en Italia.