“Buena gente” es una obra americana, su autor, David Lindsay Abaire, nació en Boston y su historia transcurre en las calles de esa ciudad, y, sin embargo, cuando uno la lee por primera vez tiene la impresión de que podría ser perfectamente una obra española, escrita hoy en día por un autor nacido en cualquier gran ciudad de nuestro país y protagonizada por un grupo de personajes que viven en esa misma localidad. Es muy complicado que un texto consiga algo así, pero es que los personajes de “Buena gente” están tan bien escritos que al leer sus andanzas uno casi siente que los conoce o que, al menos, se ha cruzado muchas veces con seres humanos muy parecidos a ellos. Da igual que vivan en Boston, Buenos Aires o Madrid, o que se llamen Margaret o Margarita, lo que importa es que son tan reales que esta función casi parece un documental sobre cómo viven millones de personas en las grandes ciudades del llamado primer mundo. Cuanto más se acerca el teatro a la vida más me gusta y esta obra, ya lo verán, es pura vida.
Margarita, la protagonista de “Buena gente”, es una heroína de nuestros días. Para mí es más mucho más valiente que Lara Croft o que Catwoman. No tiene súper poderes ni mata a espías, pero se enfrenta a diario a misiones en las que seguro que James Bond fracasaría con estrépito. Madre soltera de una chica de cuarenta años que tiene un severo retraso físico y psíquico y que se comporta como si fuera un bebé, Margarita hace todo lo que puede para sobrevivir con su hija en un mundo cada vez más frío, más inhumano y más cruel para la gente a la que la suerte les ha sido esquiva. Y es que David Lindsay Abaire y su protagonista lo tienen muy claro: tu vida puede cambiar solamente con un golpe de suerte, y Margarita, como esos millones de personas de los que hablaba antes, nunca lo ha tenido. Quizá también podría haberle ido mejor si no hubiera sido tan buena gente, pero ella nunca eligió ese camino.
Para interpretar un texto escrito casi como si fuera un reportaje debido a su extrema verosimilitud era fundamental contar con un reparto capaz de tener esa verdad encima del escenario, y les aseguro que si escribir algo tan realista resulta harto complicado es aún más difícil conseguir transmitir esa veracidad al ponerlo en pie. Así que sólo puedo dar gracias por haber tenido – sí, yo sí la tuve – la suerte de contar un reparto tan excepcional. Su trabajo y toda la puesta en escena ha sido concebido para que el espectador se asome a la vida de estas buenas gentes y que para que, aunque sea durante tan solo un instante, sientan que no están en un teatro, sino en casa de Margarita y de sus compañeros. Ojalá hayamos conseguido que nuestra función también sea pura vida.
DAVID SERRANO