LA FUNCIÓN POR HACER en el Teatro Kamikaze

NATHALIE X en el Teatro Fernán Gómez
NATHALIE X de Philippe Blasonad, en el Teatro Fernán Gómez
8 agosto, 2016
Reikiavik de Juan Mayorga
REIKIAVIK de Juan Mayorga, en el Teatro Valle Inclán
9 agosto, 2016

TEATRO KAMIKAZE

Kamikaze Producciones
presenta

LA FUNCIÓN POR HACER (10 ANIVERSARIO)
Adaptación libre de ‘Seis personajes en busca de autor‘, de Luigi Pirandello.

7 Premios MAX 2011

Cuando se cumplen 10 años de su estreno, El Pavón Teatro Kamikaze ha querido recuperar La función por hacer con su elenco original y en La Sala principal del teatro, especialmente acondicionada para la ocasión. Un espectáculo que significó el gran salto de Kamikaze Producciones y de Miguel del Arco como director y recreador de grandes textos del repertorio. Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Miriam Montilla, Manuela Paso, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, Teresa Hurtado de Ory y Nuria García se unen de nuevo para poner en pie una obra sin apenas escenografía, a un palmo de distancia del público, de forma que la verdad de los personajes se confunde con la interpretación de los actores.

Un espectáculo que significó el gran salto de Miguel del Arco como director y recreador de grandes textos del repertorio. En La función por hacer, libremente inspirada en Seis personajes en busca de autor, los protagonistas de la obra de Pirandello irrumpen en la representación de un montaje actual y reclaman con vehemencia su derecho a contar su historia real, para ellos, mucho más interesante que la ficción de nuestros escenarios.

Teatro sin escenografía, a apenas un palmo de distancia del público, de forma que la verdad de los personajes se confunde con la interpretación de los actores. Comienza una función más en un teatro cualquiera. Dos actores se afanan sobre el escenario por contar la historia que les ha sido encomendada. La obra en cuestión no aporta nada nuevo, pero es ágil, incluso graciosa por momentos. Un espectáculo más para entretenerse y después salir del teatro y picar algo en el bar de la esquina sin que el sistema nervioso sufra ninguna alteración.

Pero algo extraño sucede durante la representación. Cuatro personas aparecen entre el público y se quedan inmóviles observando a los actores, que pierden la concentración necesaria para seguir interpretando. El público también se revuelve: no soporta muy bien las fracturas de la comodísima cuarta pared. El teatro no debería ser un sitio incómodo, ¿no? Uno acude al teatro para evadirse, ¿no es así?

Estos nuevos personajes que permanecen inmóviles junto a los espectadores que han pagado religiosamente su entrada interpelan directamente a los actores y al público. Intentan captar su atención para contarles, e incluso revivir ante sus ojos, el drama que les ha movido a irrumpir en la sala. Los intérpretes se miran sorprendidos y hacen al público partícipe de su sorpresa: esto que está sucediendo, ¿es parte de la función, es un invento o se trata de una conspiración para reventar el espectáculo? ¿Están estos personajes compinchados con los actores o son simples agitadores? ¿Es esta la función? ¿Desde cuándo se le exige al público que se exprese durante una representación de teatro? ¿Es esto un acto de terrorismo cultural?

Los personajes aprovechan la confusión para exponer con vehemencia sus razones. Deberían callarse para que los dos actores pudieran proseguir con la función y que en el teatro todo siguiera “como es debido”, pero su historia resulta tan real que no es fácil despegarse de ella. Tan real y tan íntimamente reconocible que resulta obscena. ¿Qué haría el público si se le diera la oportunidad de elegir entre seguir viendo la entretenida e inofensiva función que estaban viendo protegidos por la oscuridad, o escuchar lo que estos nuevos personajes tienen que contar a pesar de que puedan sentirse concernidos?

NOTA DEL DIRECTOR

Cuando asistimos a una representación teatral esperamos ver y escuchar una historia que nos conmueva. Por “conmover” María Moliner entiende: “Estremecer. Sacudir. Hacer temblar una cosa apoyada pesadamente en un sitio. Afectar. Impresionar. Causar emoción.” ¿Lo conseguimos? ¿Sigue siendo el teatro, como dice Pirandello, el lugar donde se representa la vida?

La función por hacer se apoya firmemente en Seis personajes en busca de autor. Pero la acción no se desarrolla durante un ensayo sin público de una compañía de teatro de la primera mitad del siglo XX, sino durante la representación de una función a cargo de una compañía del siglo XXI en un teatro del siglo XXI.

Hemos reescrito el drama que mueve a los personajes a emprender su incivilizada y revolucionaria acción. Nos parecía que el original estaba demasiado sujeto a los preceptos morales de principios del siglo XX como para resultar verosímil. Un siglo después vivimos en una sociedad desafortunadamente acostumbrada a casi todo. Sin embargo, la reflexión sobre el teatro y la naturaleza del hombre que Pirandello desarrolla en su obra sigue intacta, como intacta sigue la fuerza con la que golpea el corazón de cualquiera que se pare a escucharlas.

A través de una puesta en escena hiperrealista pretendemos que el público llegue a preguntarse si lo que está viendo es real o no. Que se vea obligado a procesar a toda velocidad la información que recibe para decidir cómo debe actuar, porque sus reacciones y sus emociones serán parte activa del espectáculo. Pretendemos convertir al público, a fin de cuentas, en un personaje más de la función que se desarrolla ante sus ojos a partir de la aparición de los personajes. Ya no será un grupo de personas parapetado cómodamente en la oscuridad. Tendrán que pronunciarse sobre unos personajes que se comportan como terroristas culturales; porque, ¿quién, sino un terrorista cultural, se atrevería a imponer su criterio y sus necesidades por encima de las convenciones sociales y culturales que dictan que el teatro es un lugar de entretenimiento donde la gente de bien va a evadirse tras sus duras jornadas laborales?

Queremos que el resultado sea como esos falsos documentales que a sabiendas de que parten de la recreación de una mentira llegan a ser tan científicamente verosímiles que hacen dudar a quien los observa. ¿No es acaso esa la esencia del teatro? “Crear una obra que no esté, como la naturaleza, carente de orden (por lo menos aparente) y llena de contradicciones, sino que sea como un pequeño mundo en el que todos los elementos tiendan unos a otros y cooperen juntos. Desaparecen los detalles inútiles; todo aquello impuesto por la lógica viva del carácter se reúne, concentrado, en la unidad de seres menos reales y, sin embargo, más verdaderos”. O como dirían los americanos: “bigger than life”.

Pero la vida es irrepresentable, no se puede atrapar algo que es un flujo continuo e incesante. El instante desaparece de forma abrupta cuando la ficción se parece demasiado a la vida y devuelve una imagen tan distorsionada que provoca un vértigo insufrible.

Esto es lo que pretendemos. Crear la ilusión, y siento utilizar esta palabra que tanto dolor ocasiona a los personajes de La función por hacer, pero que, al fin y al cabo, es la materia con la que trabajamos la gente del teatro, la ilusión, digo, de un instante de realidad que pueda invitar a la reflexión y, ojalá, a la emoción.

Unos cuantos actores y un espacio donde desarrollar la función. Nada más. Prácticamente sin escenografía, sin grandes despliegues de iluminación, vestuario o atrezzo. Los actores y la palabra viva que mueva. Teatro, lo nuestro es puro teatro.

Equipo artístico

Dirección Miguel del Arco
Versión  Miguel del Arco y Aitor Tejada
Diseño de sonido     Sandra Vicente (Studio 340)
Diseño de iluminación  Juanjo Llorens
Diseño gráfico   Ascensión Biosca
Producción ejecutiva Aitor Tejada
Intérpretes  Israel Elejalde, Teresa Hurtado de Ory, Nuria García, Miriam Montilla, Manuela Paso, Daniel Pérez Prada, Raúl Prieto y Cristóbal Suárez

Una producción de Kamikaze Producciones

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