La magia de Tchaikovsky en el Auditorio Nacional

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La magia de Tchaikovsky, la originalidad de Wagner y el esfuerzo de Mendelssohn

1 de febrero a las 19.30h. en el AUDITORIO NACIONAL

 


No es fácil reunir en un solo concierto las mejores cualidades de tres de los grandes músicos del siglo XIX. Pero lo ha logrado, una vez más, Fundación Excelentia que ha programado para el 1 de febrero a las 19:30 en el Auditorio Nacional de Madrid tres obras maestras, que recogen la magia de Tchaikovsky, la originalidad de Wagner y el esfuerzo de Mendelssohn. Bajo la presidencia de honor de SM la Reina Doña Sofía, la Orquesta Clásica Santa Cecilia, el virtuoso del violín Aleksey Semenenko y la batuta del director polaco Lukasz Borowicz, se ofrecerá el Concierto para violín y orquesta de Tchaikovsky, los Maestros Cantores de Nuremberg de Wagner y la Sinfonía Escocesa de Mendelssohn.

Tchaikovsky escribió su Concierto para Violín y Orquesta en re mayor, Op. 35, durante un periodo de vacaciones en 1878, en la localidad suiza de Clarens. Más que vacaciones, fue un tiempo de recuperación anímica y física porque Tchaikovsky había hecho un intento de suicidio después de su fallido matrimonio con Antonina Milyukova. Pero esos malos momentos, como otros muchos en su vida no impidieron la frondosa creatividad del maestro que acababa de componer su Sinfonía nº 4 y la ópera Eugene Onegin. Tchaikovsky es el mago de las melodías, su música tiene la capacidad de fluir de una forma natural pese a haber tenido una vida en la que pocas cosas fueron fáciles.

Su único concierto para violín Tchaikovsky quiso dedicarlo al violinista que él pensó para el estreno, Leopold Auer, pero éste lo rechazó porque dijo que era imposible de tocar. Finalmente lo estrenó Adolph Brodsky en 1881 en Viena. Con poco ensayo y pobremente acompañado la crítica no lo acogió demasiado bien, ni fue considerada una obra maestra, situación diametralmente opuesta en nuestros días. Sin embargo hoy es uno de los conciertos para violín y orquesta más apreciados por los grandes solistas.

Acompañan al concierto de Tchaikovsky el Preludio de los Maestros Cantores de Nuremberg de Wagner, una pieza de concierto brillante y muy estimada, compuesta en forma de sonata muy libre, en la que se anuncian algunos de los temas o motivos más importantes de la larguísima ópera, la más extensa en la producción wagneriana, compitiendo con El ocaso de los dioses. Comienza con el motivo solemne de los maestros cantores en la resplandeciente tonalidad de Do mayor.

Los Maestros Cantores de Nüremberg ocupa un lugar privilegiado en la obra de Wagner. Es la única comedia entre sus óperas de madurez y es, junto con «Rienzi», de las pocas obras basadas en un tiempo y espacio bien definidos históricamente más que en un ambiente mítico o legendario. Es, además, la única ópera de Wagner que se basa en una historia enteramente original, ideada por el propio Wagner. Es un homenaje a la burguesía de la Alemania medieval, a la música contrapuntística de Bach y al espíritu teutón. Los Maestros Cantores es, como «Tannhäuser”, una obra musical en la que la composición forma parte esencial de la historia.

También se interpretará la Sinfonía Escocesa de Mendelssohn, una obra en parte autobiográfica ya que trata de expresar lo que el joven Félix Mendelssohn vivió en tierras escocesas. Su acaudalado padre procuró a sus tres hijos holgura material y un hogar cultivado, frecuentado por los intelectuales más notables de la época, entre otros el geógrafo Alexander von Humboldt, el poeta y ensayista Heinrich Heine y el filósofo Hegel. Con veinte años el joven Félix comenzó un periplo por Europa para dar a conocer su, ya por entonces, reconocido talento.

En la obra se descubren los brumosos pensamientos en el lumínico Mendelssohn: un viento gris, sobre un antiguo castillo invadido por la yedra cerca de Edimburgo, donde habían asesinado a Rizzio, le susurró el tema con el que abriría su Sinfonía nº3, llamada «Escocesa» que tardó 13 años en componer. El peculiar tema italiano en el primer movimiento, el ánimo descendente en el desarrollo, el «viento cromático» del Allegro, el Scherzo, basado en un certamen de gaiteros, el inmortal Adagio, el Finale de carácter «guerriero» parece disiparse al final en su propia poética como un himno triunfal, afirmativo, que cierra la Sinfonía.

FECHAS, HORARIOS Y LUGAR: 1 de febrero a las 19.30h. en el AUDITORIO NACIONAL

 

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