presenta
Texto y Dirección Alma Vidal
Del 2 de julio al 2 de agosto de 2025
En su búsqueda del público joven y con un compromiso con las compañías jóvenes, el Teatro Pavón concluirá la temporada dándoles voz y protagonismo con El Dios de la juventud, de Alma Vidal. Este juego metateatral en el que un dramaturgo vuelca en una obra su crisis existencial, es un retrato de la juventud en el momento de dar el salto al mundo adulto.
Cuatro actores construyen el entramado de esta doble ficción. Interpretando a varios personajes de manera camaleónica, ellos tejen la trágica y patética crisis que atraviesa el protagonista de la obra. Un bombardeo de estímulos y preguntas en forma de personajes. El espectáculo es una convergencia de distintas capas narrativas y formas teatrales sostenidas por el elenco, la poesía y el humor. Una obra abrasadora y dinámica que se sumerge en las nuevas referencias dramáticas y posdramáticas para concebir el teatro como un espacio de investigación activa en las profundidades de la existencia humana.
El Dios de la juventud pretende ilustrar ese momento de vértigo en la vida de todo joven en el que sabe que ha de dar el paso hacia la vida adulta. Una de las grandes crisis existenciales de todo ser humano, renunciar a la flor de la juventud y comenzar su rutinario descenso hasta la muerte. Ello sumado a la vivencia del artista atormentado, a la necesidad abrumadora de convertirse en lo que como joven promesa ha pronosticado.
Se trata de una obra existencialista y parcialmente trágica, donde el ego del joven artista y su patética lucha por la resistencia están en el punto de mira de la dramaturgia y la escenificación. Ello plagado de humor, mirado con una sonrisa ligeramente cínica y profundamente humana, que es sin duda con la que miramos a los grandes miedos de nuestro interior. También se aplicará esta mirada al entorno que rodea al protagonista y por ende, a nuestra sociedad contemporánea: tan hipócrita, tan vana, tan superficial y muchas veces, por lo mismo, tan sencilla y necesaria.
El relato de un dios que está cayendo del cielo, de ese tránsito que recorre en su caída hasta llegar a la tierra y reconocerse, al fin, como otro humano más. Un grito de una generación a la que se la ha prometido un éxito ficticio y narcisista, y que debe volver a encontrar la autenticidad y el sentido único de su existencia.