presenta
de Federico García Lorca
Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. Aleluya erótica en cuatro cuadros es una farsa en la que contrasta constantemente lo grotesco con lo lírico. Está contada en cuatro cuadros. Adaptación (y dirección) de Triana Lorite, con Juan Fernández, Candela Cruz y Lucía Espín.
Don Perlimplín ama a Belisa, Belisa ama a más hombres y Marcolfa cuida de Don Perlimplín mientras observa cómo va apagando su corazón… Una versión de Lorca sobre las turbulentas relaciones humanas que, como un cóctel molotov, mezclan la dependencia, el enamoramiento, la juventud, la madurez, el sexo y la tensión de una flecha en los tres personajes y el jardín que protagonizan esta historia de amor.
Cuado primero, nos presenta a don Perlimplín con su criada, Marcolfa. Esta lo convence de que debe casarse con su vecina Belisa. Se lo propone desde el balcón y su madre acepta rápidamente, seguramente seducida por la situación económica de don Perlimplín, aunque este sea mucho mayor y los novios no se amen.
Cuadro segundo, nos situamos ya en la noche de bodas. El protagonista se enamora de Belisa al verla desnuda por una ranura de una puerta. Unos duendes salen y ocultan el escenario, la impotencia de don Perlimplín y la infidelidad de Belisa. Cuando se descorre de nuevo la cortina que había ocultado la escena, el protagonista tiene sobre su cabeza unos grandes cuernos de ciervo en la cabeza y los cinco balcones que había al fondo están abiertos. Aunque se da cuenta de lo sucedido, se muestra contento de haberse enamorado de Belisa.
Cuadro tercero Perlimplín prepara el desenlace con Marcolfa. Belisa busca a un enamorado misterioso y su marido la consuela. Don Perlimplín la anima a contarle sus pesares, le dice que conoce a su amante, hace como si lo acabara de ver y sale tras él.
Cuarto y último cuadro, aparece de nuevo el protagonista con su criada Marcolfa preparándolo todo. Le envía una cita del supuesto amante a Belisa para que se encuentre con él en el patio a las diez de la noche. Belisa acude, pero no está. Perlimplín, cuando da la hora acordada, desaparece tras la tapia dispuesto a matarlo. Poco después entra en escena un misterioso hombre vestido de rojo, con la cara tapada y una herida en el corazón. Cae al suelo como el enamorado misterioso de Belisa. Esta le destapa la cara, descubriendo que Perlimplín era el hombre del que se había enamorado.
Dice Lorca que esta función es un recorrido entre lo ridículo y lo sublime. Es una obra enmarcada en las constantes del autor, amor y muerte, que bajo la aparente sencillez de los ritos de paso, las aleluyas, y los personajes inspirados en las caricaturas dieciochescas, también existe un universo siniestro y oscuro que apenas se expresa con palabras. Es un viaje iniciático al desamor y un estético estado interno donde los tres personajes aman y desgarran al mismo tiempo dentro de un hermoso y oscuro jardín…, un amor, que como todos los amores de la literatura de Lorca, se convierte en un paseíllo entre el teatro, el dolor y la trascendencia… Y es por esto, por lo que el amor de Don Perlimplín, se convierte en un peligro entre la distancia y la proximidad con el resto de personajes (como en esas turbulentas relaciones humanas de la sinopsis), y así encontré una extraña similitud con Rest Energy, performance de Marina Abramovic de 1980, donde la tensión del arco y la flecha se convierten en una entrega de confianza mutua mientras corres peligro y buscas ese delicado equilibrio entre lo que te hace bien, y lo que te hace mal…
Triana Lorite
Reparto Juan Fernández (Don Perlimplín) Candela Cruz (Belisa) Lucía Espín (Marcolfa) Dramaturgia y Dirección Triana Lorite Movimiento escénico y Coreografías Zoe Sepúlveda Composición musical Ignacio Ysasi Ayudante de Dirección Hugo López Larosa Javier del Arco Vestuario Pier Paolo Álvaro y Roger Portal Diseño de Iluminación Triana Lorite Juancho Medinilla FICHA TÉCNICA Producción ejecutiva Lope García Producción Cristina Charro Elena Cañellas Diseño gráfico J.Lorite Fotografías John Ribes Lucrecia Díaz Producción y Distribución SAI / SEDA
Lamentablemente los últimos veranos la calidad de las obras ha caído en picado y no invita a disfrutar de algo que sólo se puede disfrutar en verano.