presenta
De Patrice Thibeaud
Del 3 al 22 de septiembre de 2019. Sala Verde
Un espectáculo en el que se mezclan los sonidos del flamenco con las onomatopeyas del burlesco
¿Cómo asociar el flamenco al burlesco sin corromper la prestancia del primero, ni debilitar la potencia cómica del segundo? Franito demuestra que el acercamiento, e incluso la fusión, es posible.
Patrice Thibaud interpreta el papel de una madre española. Fran Espinosa es Franito, un muchacho sabio y dócil, cuyos pies son incapaces de permanecer inmóviles. Observa a su madre ocuparse de él y aprende la vida a través de ella. Su relación es intensa aunque caótica y a veces francamente extraña.
Franito es un espectáculo que se escucha tanto como se mira. El ruido de los pasos en el suelo, las palmas de flamenco, los palilleos de los dedos y las notas de guitarra se mezclan con las exclamaciones, los gritos y las onomatopeyas del burlesco.
Patrice Thibaud es autodidacta. Incluye en sus espectáculos y en sus películas lo que extrae de su trabajo diario: la observación de los gestos, de las actitudes, del “habla” de sus prójimos y de anónimos cruzados aleatoriamente por las calles. Almacena así imágenes y sonidos que transforma para que se conviertan en materia de teatro.
El flamenco y la burlesca se aúnan en «Franito», del actor Patrice Thibaud
«Franito», detalla, es «flamenca y burlesca, toda una aventura», un «homenaje a la mujer española» y al arte jondo que busca mostrar un mensaje positivo y conmovedor de la lucha del ser humano en un entorno desfavorecido.
Después del éxito cosechado en España con su anterior obra, «Fair-Play» (2013), Thibaud vuelve a la capital para interpretar el papel de una madre española, «la típica que te da un beso después de abofetearte para disimular», que se enfrentará al reto de tener que cuidar sola a su hijo en un contexto económico desfavorable.
Para esta obra, su cuarto espectáculo, se ha asociado con el bailarín Fran Espinosa y el guitarrista Cédric Diot.
El espectáculo se estructura como un juego, con rápidos momentos alrededor de la mesa para discutir las secuencias, y vueltas al escenario para comprobar que el conjunto se sostiene.
«El humor español me encanta, su público es más vivo, mucho menos contenido que el francés. Aquí puedes ir a un bar y cantar, bailar y pasarlo bien. En cambio, en Francia la gente es más pudorosa, prefieren aparentar ser más inteligentes y no reirse», compara.
A pesar de su anterior contacto con el público español y su cultura, Thibaud jamás se imaginó hacer este tipo de obra, debido a que no le presentaba ninguna novedad estimulante, sin embargo, todo cambió cuando conoció a Fran Espinosa.
«Un día vi a un bailarín que tenía el cuerpo de Sancho Panza y me quedé fascinado. Jamás había visto algo igual. Una vez que supe que podía tener un bailaor de ese estilo, decidí que podía hacer una obra diferente», apunta.
Thibaud interpreta el papel de una madre española «sin abusar de su superioridad», tanto que a veces se transforma en una gallina o en un canario y Espinosa es Franito, un muchacho sabio y dócil, cuyos pies son incapaces de permanecer inmóviles.
Ambos y el guitarrista conforman una obra que «se escucha tanto como se mira», un popurrí de sonidos flamencos, gestos cómicos y onomatopeyas de lo burlesco.
El periódico