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Madrid ha sido y es la capital del flamenco desde principios del siglo XX. Artistas de toda índole y condición llegan para alcanzar fama y prestigio. Aquí se forman las primeras compañías, se estrenan los mejores espectáculos y se consagra el género flamenco tal como hoy lo entendemos.
Si preguntásemos a un aficionado por los lugares flamencos más emblemáticos del Madrid de los años 20 , muy posiblemente el primer nombre que citaría sería el de Villa-Rosa.
Villa-Rosa se fundó por el 1911, en el lugar donde estaba un viejo molino de chocolate. Sus primeros dueños fueron los picadores Farfán y Céntimo junto con el banderillero Alvaradito y estuvo funcionando como freiduría andaluza y bar de tapas y chatos hasta 1918.
En 1918 se traspasó al valenciano Rafael Marcos Colombí, que lo utilizó como restaurante año y medio aproximadamente.
En 1919 el local pasó a manos de dos camareros del cercano bar Viña P; Antonio Torres y Tomás Pajares quienes lo transformaron totalmente. Instalaron un hermoso mostrador de madera y un artístico artesonado sostenido por columnas sobre las que cabalgan arcos apuntados lobulados que rememoran a la misma Alhambra de Granada y unas paredes policromadas de azulejos, todo a estilo arábigo andaluz. Todas las escenas interiores pintadas sobre azulejos son de temática flamenca y taurina y fueron realizadas por los mejores ceramistas de Madrid Antonio Ruiz de Luna y Julián Santacruz, que dicho sea de paso, el primero también fue el autor creador de todas las cerámicas que indican los nombres de todas las calles de la de la zona centro de Madrid.