por Félix Estaire
En estos dos espectáculos se mezclan, con absoluta sinceridad, el compromiso y la implicación de quienes saben que el oficio del teatro es tan duro, como gratificante. También de quienes saben que lo íntimo es teatral y que lo teatral se nutre de lo íntimo, siempre que en ambas direcciones seamos sinceros. Y por eso me gustaría dedicar estas líneas a los actores y actrices que levantan y encarnan estos espectáculos cada día, a su esfuerzo, a su compromiso, a su entrega, a su pasión inquebrantable por edificar sobre la escena una idea. Es por ellos y por ellas que la vida coge vuelo, toma forma de espectáculo y se hace carne latente, vibrante y sincera frente al espectador.
Recuerdo con especial cariño la carita de Ángel Ruiz redescubriendo los rincones de verdad, poesía, dolor y compromiso que él mismo había escondido bajo las palabras de ese texto tan impecable y directo que es el Miguel de Molina al desnudo. O su gesto, su porte, su descaro, su frescura, su cuerpo engrandecido o la franqueza de su mirada cuando se invade a sí mismo de un personaje que es memoria, modernidad y actualidad de esta España partida en dos. O las manos precisas y armoniosas del maestro pianista César Belda escuchando el tempo y aportando la dosis justa de música e intención a cada instante.
Recuerdo también la ternura y la sinceridad en la mirada de José Luis Ferrer (quien tuvo la idea de llevar a escena They shoot the horses, don´t they? de Horace McCoy) sentado en la escenografía, lesionado días antes e impedido para poder competir (condición indispensable para la vida escénica del espectáculo) en el día en que se estrenaba Danzad Malditos en Matadero. Cada uno y cada una de los que estábamos allí pasábamos cerca de José Luis y le tocábamos… Algunos un hombro, otros nos agachábamos a darle un beso, pero todos y todas contemplábamos en la mirada de José Luis, la esencia misma del espectáculo que se estrenaría horas después. Y es que José Luis estaba viviendo la frustración que queríamos llevar a escena, el dolor de los muchos esfuerzos e intentos infructuosos, esa escasez de oportunidades que hemos vivido todos y todas los que nos dedicamos a esto del teatro.
Me maravilla, me entusiasma y me admira en igual medida la entrega de estos hombres y mujeres: Ángel Ruiz y César Belda (Miguel de Molina al desnudo) y Guillermo Barrientos, Carmen del Conte, Karmen Garay, José Luis Ferrer, Rubén Frías, Ignacio Mateos, Nuria López, Sara Parbole, Txabi Pérez, Rulo Pardo, Sam Slade, Ana Telenti y Verónica Ronda (Danzad Malditos).
Y es que entre todos y todas se echan a la espalda dos espectáculos que me estremecen, que me conmueven, que son el resultado del riesgo, del compromiso, de la apuesta personal o grupal y del amor que cada un@ de ell@s pone en lo que hace. Por eso, y por otras razones demasiado íntimas como para ser reveladas aquí, admiro a estas mujeres y a estos hombres.
Actor, director y dramaturgo
Cursa estudios de Interpretación con José Pedro Carrión, John Strasberg y Javier García Yagüe entre otros. Realiza cursos de Clown con Carlo Colombaioni, Phillipe Gaulier, Pep Vila (Els Joglars) y Vassily Protshenko. También se interesa por la Danza Contemporánea y estudia y trabaja con Mónica Valenciano. Ha finalizado también estudios de Dirección de Escena y Dramaturgia en la RESAD de Madrid (especialidad Dramaturgia) y un Máster de Teatro y Artes Escénicas en la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente está Doctorando en Lengua Española y sus Literaturas por la Universidad Complutense de Madrid.
Actualmente compagina las necesidades y producciones de su compañía con su trabajo de Profesor Titular en la EMAD (Escuela Municipal de Arte Dramático) de Madrid y en el Grado de Artes Escénicas de la Universidad Europea de Madrid. Es director del Máster de Dirección, Producción y Gestión de las Artes Escénicas de la misma universidad.