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Teatro de La Abadía / CNTC
presentan
de Fernando de Rojas
Dirección: José Luis Gómez
Del 18 de enero al 26 de febrero de 2017
José Luis Gómez adapta y dirige una producción de Celestina en la que él mismo hace el papel de la más conocida alcahueta.
José Luis Gómez, volverá a la capital con Celestina tras agotar localidades en el Teatro de la Comedia y su posterior gira. La obra se podrá ver del 12 de enero al 26 de febrero de 2017 en el Teatro de La Abadía.
El texto original ha sido adecuado por Brenda Escobedo y José Luis Gómez. Quienes han optado por no actualizar el lenguaje para enriquecer y embrujar al público con el bellísimo lenguaje de Fernando de Rojas.
La escenografía laberíntica de Alejandro Andújar fue inspirada en Le carceri d’invenzioni, la serie de grabados en que Piranesi transformó las ruinas romanas en tenebrosos laberintos de galerías, pasadizos y escaleras. La iluminación es de Juan Gómez-Cornejo y el vestuario de Alejandro Andújar y Carmen Mancebo.
El reparto lo forman Marta Belmonte, Diana Bernedo, Miguel Cubero, Palmira Ferrer, Chete Lera, Nerea Moreno, Inma Nieto, Raúl Prieto, José Luis Torrijo y José Luis Gómez.
José Luis Gómez es Celestina, la protagonista del montaje y centro de ese mundo medieval que se resiste a morir. Alcahueta, curandera y algo hechicera, es también una superviviente de una sociedad poco generosa que le solicita sus servicios. Teje una complicada tela de araña en la que todos los personajes se enredan, colaborando cada uno con su parte y desencadenando la tragedia final.
La Celestina, (o Tragicomedia de Calisto y Melibea) es uno de los textos cumbre que la literatura española ha aportado a la universal, lleno de interrogantes, pero también de magníficas certezas. Como dicen muchos investigadores, seguramente sería el primero, si no existiera el Quijote. La historia de su génesis y transmisión es compleja, incierta como la época en que le tocó vivir a su personaje central, la alcahueta Celestina.
Celestina posee tan alta medida de universalidad e intemporalidad que, aún hoy, nos sorprende, nos desconcierta y nos atrapa. La teatralidad de esta criatura literaria (novela dialogada, para algunos) encuentra su cauce a través de un lenguaje de enorme eficacia. Con él los personajes nos informan, interaccionan y generan conflictos, y se dibujan humanamente con una fuerza y un sentido muy profundos sin dejar de transmitir una sensación de vida cotidiana.
Juan Goytisolo sostiene que La Celestina es el primer texto de su tiempo que se escribe sin la bóveda protectora de la divinidad. Las únicas leyes que rigen el universo de ruido y de furia de este texto son las de la soberanía del goce sexual y el poder del dinero. Sujetos a los impulsos de un egoísmo sin trabas, en un mundo en donde los valores consagrados devienen en asuntos mercantiles, los personajes de La Celestina no conocen otra ley que la inmediatez del provecho.
Bajo este escenario de pesimismo y claridad, encontramos que la tragicomedia de La Celestina de Fernando de Rojas tiene una terrible vigencia. La importancia que tiene representar una obra clásica —como lo muestra cada temporada la CNTC— no es únicamente el revivir nuestro hilo de tradición dramática, sino el escuchar la evolución de nuestra lengua, revisar nuestras transiciones culturales o resarcir nuestros conflictos sociales. No se trata de un ejercicio de historiografía teatral, sino de vivir esa mágica experiencia de que un texto del pasado nos hable, mejor que nadie, del presente. Esta mágica riqueza está contenida en La Celestina.
El sentido trágico que esta obra ha proyectado hasta nuestros días, no se inscribe tanto en la historia del amor desastrado entre dos jóvenes amantes —Calisto y Melibea—, como sí (parafraseando a José Antonio Maravall) en el hondo drama del hombre en lucha contra la enajenación desde el Renacimiento a nuestros días. El individualismo en la era moderna despierta en el hombre la voluntad de hacerse dueño de su propio destino, de asegurarse, como pretenden los personajes de Rojas, un área de autonomía en su vida personal. Aventuro que es ahora cuando se ha alcanzado el resultado del exceso de esa conducta individualista.
La Celestina es un tapiz de escenas en el que se hilvana una trama donde las costumbres, relaciones y sentimientos se sopesan con la misma importancia para todos los personajes (amos y criados, prostitutas y damas, padres e hijos, alcahuetas y señores, hombres y mujeres, jóvenes y viejos) sin someter la profundidad humana a la condición social. Y es por esa dimensión que alcanzan los personajes, que se desarrolla un complejo tejido urbano en donde las tensiones, los intereses y las complicidades caminan por las calles de la ciudad, enredando la circulación entre el espacio público y el espacio privado. La Celestina es la tragicomedia de la que se comprende toda experiencia humana adscrita a un cuerpo social. Y este cuerpo muestra dos caras opuestas: Pleberio y Celestina.
Pleberio, por un lado, cree en el orden del mundo; cree en el hombre de ley y de razón y en una sociedad de valores elevados y virtudes. Celestina, por otra parte, confía en el desorden; conoce el egoísmo en el hombre y la fuerza de su capricho y cree en una sociedad de vicios e intercambios mercantiles. Las dos caras de este cuerpo sustentan su apuesta en la palabra: para Pleberio, la palabra libera, sana y eleva el alma humana; para Celestina la palabra encadena, daña y aterriza la bajeza de los instintos. Dramáticamente, con una misma lengua se representan mundos opuestos. La modernidad escénica de Celestina estriba en hacer visible este doble gesto.
Celestina es una obra que se escribe en escena. La acción dramática acontece en movimiento: callejeando, susurrando, dudando y haciendo. El argumento se espesa mientras a todos los personajes, independientemente de su posición social, se les da voz, tiempo y espacio para mostrarse en su dimensión más profundamente humana. La urdimbre teatral toma la forma de su propio vaivén; para darle vida y dimensión basta que el director de escena sepa tejer voluntades con un hilado hechizado; basta que ese director entre en vigor y que sea Celestina.
José Luis Gómez
Reparto:
Pleberio Chete Lera
Alisa Palmira Ferrer
Calisto Raúl Prieto
Melibea Marta Belmonte
Sempronio José Luis Torrijo
Celestina José Luis Gómez
Elicia Inma Nieto
Pármeno Miguel Cubero
Lucrecia Diana Bernedo
Areúsa Nerea Moreno
Ficha Técnica / Artística:
Autor Fernando de Rojas
Dirección José Luis Gómez
Adecuación para la escena José Luis Gómez y Brenda Escobedo
Espacio escénico Alejandro Andújar y José Luis Gómez
Vestuario Alejandro Andújar y Carmen Mancebo
Caracterización Lupe Montero y Sara Álvarez
Iluminación Juan Gómez-Cornejo (AAI)
Música Eduardo Aguirre de Cárcer
Espacio sonoro Javier Almela y Eduardo Aguirre de Cárcer
Vídeo Álvaro Luna
Fotografía Sergio Parra
Ayudantes de dirección Carlota Ferrer, Andrea Delicado y Lino Ferrerira
Ayudante de escenografía Silvia de Marta
Producción: Teatro de La Abadía / CNTC
Fechas y horarios: Del 18 de enero al 26 de febrero, 2017
De miércoles a sábado, 20:00h. Domingo, 19:00h en el TEATRO DE LA ABADÍA
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