BNE, BALLET NACIONAL DE ESPAÑA
presenta
14, 15 y 16 de diciembre
La Bella Otero puede ser considerado un ‘ballet operístico’ en el sentido amplio de la palabra. Es un espectáculo de gran formato, tanto por el número de bailarines como por el despliegue de vestuario, que recrea rigurosamente el mundo de la Belle Époque Parisien, y también por el desarrollo dramatúrgico de la historia.
Cuenta la intensa vida de una de las más famosas e influyentes bailarinas de finales del siglo XIX, Carolina Otero. Una mujer procedente de una aldea gallega que se inventó a sí misma a partir de un suceso trágico de su infancia. Utilizó a los hombres para ascender en su carrera artística y fue admirada por reyes de toda Europa, pero el único amor en cuyos brazos cayó fue el del juego.
La Bella Otero reflexiona sobre el maltrato, la ambición, el éxito, la incapacidad de amar y la soledad utilizando diferentes géneros, desde la danza española, que incluye el folclore y el flamenco, hasta la zarzuela.
La coreografía que Rubén Olmo ha diseñado para La Bella Otero utiliza diversos estilos de danza para, filtrados por su personal forma de bailar, acercar al público lo relatado en cada escena del guion. El público podrá encontrar desde una muñeira procedente del folclore gallego en la escena de la romería hasta danza contemporánea y conceptual en el juicio de Rasputín, un zapateado que recuerda a los musicales de Fred Astaire y Ginger Rodgers en su exitosa gira mundial o la danza española tradicional en la representación de la ópera Carmen, de Bizet, que marca el destino de la protagonista.
Al transcurrir el argumento por tan variados escenarios y países, la obra pinta un rico fresco histórico de los estilos vigentes a finales del siglo XIX. Rubén Olmo ha creado una versión personal de danzas coetáneas a la protagonista como el cancán de los cabarés parisinos, el baile de la etérea pionera de la danza moderna Loïe Fuller, o el flamenco que se representaba en los cafés cantantes de la época, los antecesores de los tablaos flamencos.
No faltan dos de los números que hicieron famosa a La Bella Otero: la bulería, que bailaba vestida de torero con 10 guitarristas, y el erótico baile de reminiscencias árabes e hindúes con el que hechizaba al público vestida con las joyas que le habían regalado sus amantes.
La Bella Otero puede ser considerado un ‘ballet operístico’ en el sentido amplio de la palabra. Es un espectáculo de gran formato, tanto por el número de bailarines como por el despliegue de vestuario, que recrea rigurosamente el mundo de la Belle Époque Parisien, y también por el desarrollo dramatúrgico de la historia.
Cuenta la intensa vida de una de las más famosas e influyentes bailarinas de finales del siglo XIX, Carolina Otero. Una mujer procedente de una aldea gallega que se inventó a sí misma a partir de un suceso trágico de su infancia. Utilizó a los hombres para ascender en su carrera artística y fue admirada por reyes de toda Europa, pero el único amor en cuyos brazos cayó fue el del juego.
“Mi vida ha sido una larga sucesión de aventuras, entre ensayos, funciones, giras, cenas, fiestas, homenajes y súplicas de enamorados de todas clases. ¡Cuántos hombres he visto suspirar, llorar, exigir…! Todos llevaban esa máscara del deseo que les transforma el rostro, con arrugas en la frente y ese rictus en la boca… Seductores bruscos o tiernos, sátiros irónicos, algunos tímidos y torpes, otros lanzados y juguetones, hombres ricos y satisfechos que podían pagar sus caprichos y no admitían negativas, viejos ávidos con la falaz esperanza de vibrar una vez más con la pasión de sus años mozos… Todos niños enfermos que concedían demasiada importancia a lo que no podían conseguir y se exaltaban, hasta el punto de preferir la muerte al sufrimiento que produce un deseo insatisfecho. A todos les he visto egoístas y gozadores, dispuestos a cualquier sacrificio con tal de satisfacer su deseo, pero incapaces de ofrecer un gesto de verdadera bondad y de amor.”
Les Souvenirs et la Vie Intime de la Belle Otero (Memorias de La Bella Otero), Carolina Otero y Claude Valmont, 1926.
Dirección y coreografía: Rubén Olmo.
Dirección musical: Manuel Busto.
Música: Manuel Busto, Alejandro Cruz, Agustín Diassera, Rarefolk, Diego Losada, Víctor Márquez, Pau Vallet y Enrique Bermúdez.
Dramaturgia: Gregor Acuña-Pohl.
Diseño de escenografía: Eduardo Moreno.
Diseño de vestuario: Yaiza Pinillos.
Diseño de iluminación: Juan Gómez-Cornejo.
Diseño de sonido: Luis Castro.
Realización de vestuario: Cornejo.
Calzado: Gallardo.
Utilería de accesorios: Beatriz Nieto.
Peluquería y posticería: Carmela Cristóbal.
Diseño de maquillaje: Otilia Ortiz.
Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM) y músicos flamencos del BNE.
Músicos invitados: Alejandro Cruz, Agustín Diassera y David "Chupete".
Artista invitada: Patricia Guerrero.
Colaboración especial: Maribel Gallardo.