¿Porqué escribí ADENTRO? Carolina Román

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¿Porqué escribí ADENTRO?

 

Por lo general cuando escribo, minutos antes siento un impulso irrefrenable, es una necesidad cuasi fisiológica.

Tengo un amigo Aitor Saraiba que divide a los artistas en dos: están los artistas estreñidos y los diarreicos.

Pues bien, me confieso de los segundos.

A lo largo de mi formación como terapeuta en Gestalt me fui redescubriendo, “reescribiéndome “, armando mis pedacitos para reconocerlos y quererlos, aceptarlos.

Porque creo que en el fondo todo se trata de esto, de querernos “ con todo” tal y como somos y eso incluye lo más difícil, amar eso que rechazamos de nosotros mismos.

Y este “ombliguismo” creo que es necesario para poder salir a relacionarnos con el otro.

Primero los cimientos y luego el tejado, esto me resuena bastante.

 

Nacemos en el seno de una familia que nos es heredada, vamos a parar ahí quién sabe bien cómo o porqué, pero de lo que no hay dudas es que este acto es determinante en nuestras vidas.

Mi familia tiene un origen “exótico” como dice Javier Cámara, que así me describe en el prólogo que dedica en la edición de “ADENTRO”.

Esto sin duda marco la manera en la que aprendí a ver la vida.

Con humor en los momentos más dramáticos y con drama en los momentos más divertidos y surrealistas.

 

Exótico se refiere al cruce de razas, daneses, gauchos argentinos y guaraníes …ya , no es poco, no . Pero en esa mixtura nos fuimos moldeando, en ese choque de culturas aprendimos a entendernos y a chocar con el otro y a querernos.

Siempre me despierta mucha curiosidad la conducta del ser humano, nuestras contradicciones, nuestros fantasmas, complejos, metas, deseos..y un largo etcétera.

Por eso calculo que desde mi infancia me dedico a inventar historias sobre ello.

Antes lo hacía debajo del árbol de mango de mi casa y mi auditorio eran los amigos del barrio, mis hermanas y primas.

Luego fueron mis pobres compañeras de estudio de la Universidad de Buenos Aires, noches en las que se suponía que debíamos preparar un examen, y en donde litro de café y tabaco de por medio les salía con algún personaje para alivianar semejante tedio.

 

Nunca terminé la carrera de periodismo, porque en el fondo lo que quería era ser actriz, escribir.

Y la vida me llevó a dar mis vueltas hasta que empecé de cero, a conocerme de verdad, a verme por fin, y cuando todos esos ladrillos estuvieron puestos, pude por fin creer en mí.

Suena a fácil, pues no lo es en absoluto.

Fueron años complicados en donde tuve que perderme para encontrarme.

Y ahora que me reconozco en este oficio de “cuentista” tengo ganas de contaros las historias que siempre me rondaron.

Al fin y al cabo uno solo puede escribir genuinamente de lo que sabe, y yo si hay algo de lo que se es de mi familia, de los vínculos que nos atan, nos sujetan o nos ahorcan.

Este es mi primer texto.

Se llama ADENTRO como mi compañía de teatro.

 

Fue el primer texto que me animé a mostrar sin tirarlo a la basura (tiré muchos escritos antes), luego le siguieron “En Construcción” y “Luciérnagas” que curiosamente se estrenaron antes.

Contienen temas y personajes muy distintos entre sí, pero en todos ellos asoma la lucha por sobrevivir, por encontrar un sitio, hablan de las carencias emocionales, de la necesidad de ser queridos y aceptados.

Escribo y mas que escribo describo a los personajes con sus circunstancias, no los juzgo, no me gustan los maniqueísmos, no me interesa la cosa cuando hay un bueno y un malo.

No me gusta que me indique qué debo pensar o sentir, no me gusta que me subrayen lo que es obvio que está pasando “para mí”.

Me gusta que la gente que se sienta en las butacas participe, la sutileza sirve para que el espectador ejercite la imaginación y complete en su cabeza eso que se le está insinuando.

Y también para que “se haga cargo” de eso que está pensando, sintiendo.

Siempre me pongo en ese sitio ¿Qué me gustaría ver si soy yo la espectadora? Siempre me pregunto lo mismo.

 

También creo que el texto es una guía de trabajo, pone encima de la mesa la historia sobre la que vamos a trabajar, pero los ingredientes más sabrosos lo ponemos entre todos, cada uno en su personaje y a su manera vamos tejiendo esa malla que es la que va a sostener el “todo”.

La creación colectiva es tan nutritiva, que cuando creo que tengo un personaje muy definido en mi cabeza, viene el actor y me muestra una faceta que ni yo misma había previsto y resulta mucho más interesante de lo que me habría imaginado.

Encuentro absoluto placer en el escribir, en el interpretar y en dirigir.

 

Creo que en el fondo todos los que nos dedicamos a crear podemos perfectamente sentarnos en cualquiera de las tres sillas, porque al fin y al cabo solo se trata de soñar en voz alta, de reconocer que necesidad tenemos de contar que cosa y unir las piezas que en nuestra cabeza fueron concebidas para sacarlas de paseo y que otros se miren en ellas.

Cada vez que cierro los ojos, vuelvo a estar sentada debajo de mi árbol de mango y vuelvo a ser la “cuentista” para volar cerca o lejos, a paisajes muy lejanos con todos los que me quieran seguir…

Carolina Román (autora de ADENTRO)

 

 

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